La Defensa Personal, El miedo y el Arma Blanca

. jueves, 13 de agosto de 2009





La defensa personal es la adaptación inteligente a las situaciones de peligro o de riesgo y combinando tres respuestas posibles; resistencia, sumisión y evitación de forma ventajosa para nuestra supervivencia.



La persona atacada debe conocer sus propias limitaciones que hacen que se encuentre en situación de inferioridad:
  • Medidas corporales
  • Capacidad física máxima
  • Agresividad o acometividad
  • Indumentaria apropiada o de superioridad
  • Infravaloración de las posibilidades ofensivas
  • Conocimiento de técnicas de defensa personal
  • Esperanza de ayuda externa
  • Espera de respuestas de sumisión
Teniendo en cuenta que la mayoría de las personas carecen de un conocimiento de técnicas de defensa personal, especialmente de las derivadas de las artes marciales, diríamos que en caso de no poder evitar un enfrentamiento físico frontal, deberíamos compensar ello con la utilización de armas artificiales que habitualmente disponemos de ellas, como bolígrafo, llaves, paraguas, etc..

Estos enfrentamientos deben partir de una posición sumisa o pasiva, aprovechando el factor sorpresa, actuando con decisión y utilizando las partes corporales mas duras; codo, rodilla, pie calzado, cabeza (frontal), aplicándolas en las partes mas débiles o sensibles del atacante, en caso de no contar con las armas artificiales antes señaladas.

Esta acción debe ser veloz y sin reparar en la posición final, ya que el objetivo debe estar cercano, cuando el atacante nos agarra o inicia el ataque.

Solo con habilidad y prudencia podrá resolver las agresiones, apoyándose en la sumisión aparente hasta encontrar el instante ventajoso.

Recordemos que por lo general, al adoptar una posición pasiva, el atacante desvaloriza la capacidad de respuesta ofensiva siendo el factor sorpresa una gran ayuda si su actuación es decidida.
Pero hay otra reacción que si la sabemos aprovechar será favorable; el miedo. Este aparece ante el peligro de nuestra integridad personal.

El ser humano, ante el peligro tiene una respuesta automática: el miedo. Este sistema de supervivencia debe ser conocido y utilizado en propio provecho, evitando que nos bloquee por desconocimiento de esta respuesta instintiva, caso poco frecuente dentro de las personas poco expuestas a situaciones de agresión. Existiendo un alto porcentaje que el miedo los paraliza en lugar de cumplir su finalidad, salvarnos.

Que sucede realmente en nosotros cuando tenemos miedo?. El miedo no es solo un sentimiento, es un complejo juego de combinaciones entre diferentes componentes de reacción:

  • Componente cognoscitivo
  • Componente fisiológico
  • Componente motor
Estos tres componentes juntos constituyen el “miedo” y está incorporado biológicamente en la persona.

Usted reconoce el peligro, en ese instante un motor arranca en usted. Aumenta su presión sanguínea, comienza a sudar, su corazón aumenta las pulsaciones, respira mas rápidamente, usted puede reflexionar en brevísimo espacio de tiempo, a menudo solamente en fracciones de segundos entre el comienzo de las señales de alerta y reacción.

Durante esta “pausa” reúne sus fuerzas corporales, todas sus reservas se movilizan para la eminente lucha o bien para el escape y entonces usted está metido de la cabeza a los pies en actividad, en tensión para prevenir el peligro y oscila entre la huida y la defensa. Está en juego la supervivencia y usted está preparado física y síquicamente para ello.

Experimentamos el miedo como un estado anímico, que actúa como un sistema de alarma, avisándonos del peligro de un proceder irreflexivo y de este modo nos protege; reconocemos un peligro y nos ponemos en un estado de máxima atención.

El miedo activa la capacidad de la persona, elevando al máximo la vigilancia. El sistema de alarma tiene pleno sentido si capta las señales de peligro y nos pone en disposición de actuar convenientemente en situaciones peligrosas.

Sin las normales y sensatas reacciones del miedo, la persona estaría constantemente amenazada.
Si el miedo supera cierto grado de excitación, disminuye de nuevo la capacidad de actuación sensata y en este caso la sensación de miedo no aumenta ya la vigilancia, sino que impide una actuación prudente. No protege ya, el miedo bloquea. Se ha pasado el umbral de la reacción óptima, sin embargo, las costumbres y la experiencia reducen el sentimiento de angustia de tal manera que vuelven a ser posibles las reacciones sensatas.

Y que deberíamos conocer si un agresor cuenta con arma blanca?. En primer lugar debemos considerar como “arma blanca” desde el punto de vista de la defensa personal, a todo objeto capaz de cortar y/o punzar, mas allá de su tamaño, diseño o material de construcción.

Damos una definición tan amplia y un tanto inconcreta y desde luego informal, dado que basta con asomarse a las páginas de los diarios o medios de televisión, para observar la variedad de objetos que, desgraciadamente, concebidos para otros fines, han sido utilizados para perpetrar un ataque considerada como “arma blanca” (punzones, vidrios, botellas, hojas de afeitar, destornilladores, garfios, etc.)


No obstante se resaltan dos características de las armas blancas; que puncen y corten.

Esto es algo que no debemos olvidar; un arma blanca, puede punzar o pinchar (heridas en profundidad) por su punta, pero también está generalmente dotada de un filo capaz de cortar o producir heridas longitudinales. Detalle a tener en cuenta en el momento de realizar una defensa ante alguien que las esgrima.

Así pues, nos podemos enfrentar primero, ataques con la punta del arma y segundo, ataques realizados con la hoja o filo del arma.

Cada grupo, lógicamente, tiene unos objetivos precisos que solo lo conocen los expertos en el manejo de este tipo de armas.

De todas maneras, podríamos saber que deduciendo inequivocadamente la forma de empuñar el arma, seria presumible la ejecución de un tipo de ataque u otro. Por ejemplo:

a) Si el arma está empuñada cuyo pulgar e índice ejercen la mayor presión sobre el final de la empuñadura, los ataques inmediatos serán posiblemente, los de punzamiento o pinchonazo en forma rectilínea dirigidos al tronco, no debiéndose descartar los altos, circulares y rápidos, empleando el filo, dirigidos al cuello.


b) En el caso de que el arma esté empuñada de manera mas firme, toda la mano en la empuñadura, podríamos de suponer una mayor decisión en el golpe a dar, un mayor deseo de producir daño, de herir contundentemente, los ataques serán de vaivén, de abajo arriba y circulares de exterior a interior.

c) Cuando el arma se toma agarrando parte de la empuñadura y de la hoja a la vez, es lógico pensar en un deseo del agresor de limitar las posibilidades de matar del arma, de no producir daños irreparables. Los ataques serán ligeros, principalmente de cortes rápidos y superficiales; prevalece más que nada la intención de marcar o pinchar.

d) Si se cambia el agarre del arma, cerrado el puño, la hoja del arma queda hacia abajo, cambian totalmente las posibilidades de ataque. De esta forma los ataques serán de arriba abajo, descendentes o bien, de exterior a interior.
En el caso de que el arma empleada sea un vidrio o casco de botella rota, es fácil de suponer el tipo de ataque que se puede efectuar con ellos, conociendo lo antes señalado, siendo su característica más sobresaliente el tipo de herida que producen.

Estas presentan un corte más ancho, menos limpio y con abundante hemorragia, hecho este último, que el defensor debe tener en cuenta.

Naturalmente, el experto en el manejo de armas blancas conoce todo lo dicho y muchas cosas mas por lo que el ya muy problemático enfrentamiento con un individuo que esgrime un arma blanca de este tipo, se agudiza cuando el atacante es experimentado.

Luego de todo lo señalado, nos cabe ahora enfrentarnos con los movimientos propios de la defensa personal, que pretenden igualar o superar a un agresor o a un asesor con arma blanca.


Osvaldo Cruz Martin - 6to Dan TaeKwonDo W.T.F.
Daniel Cardenas - 4to Dan Hap Ki Do



El Maestro Osvaldo Cruz Martín es alumno directo de uno de los Maestros Coreanos introductores del Taekwondo en la Argentina, Nam Sung Choi 9 Dan WTF “Yun Moo Kwan”. Su carrera como Artista Marcial y entrenador durante varios años de dedicación, ha sido destacada y fructífera. Actualmente ocupa, más allá de los rangos y la trayectoria, el lugar de los antiguos Maestros que siguen formando parte de la historia y desarrollo del Arte Marcial en nuestro país. Agradezco los momentos compartidos y fuese el iniciador en mi trayectoria como artista Marcial.

Danny Cárdenas